Otra forma de vivir

Hace poco que empecé a valorar la libertad en su justa medida. A disfrutar de pequeñas cosas que tiempo atrás me habrían parecido casi absurdas y desde entonces, siento que mi vida ha tomado otra dirección, la mía y día tras día hallo sorpresas que me hacen sonreir de la misma manera que los niños que me cruzo por la calle.

Me gustaría que este blog sirviera para compartir la alegría de vivir y contagiar esta extraña enfermedad que me aqueja al mayor número de personas posible. Iré colgando reflexiones sobre las historias más curiosas que me vaya encontrando, maneras diferentes de afrontar problemas comunes, cuentos ambientados en mundos que todavía no se han descubierto, truquitos para que la men sana se encuentre en un cuerpo igual de sano, frases de esas que funcionan a modo de pepito grillo y nos ayudan en determinados momentos, poesías y libros que me gustan, un poco de todo.

Quisiera no poner barreras a mis sueños,
quisiera ser un artista del vivir.

sábado, 24 de mayo de 2008

idea95: escalada

Durante muchos años intenté continuar en el judo, pero mi hombro, que no se había podido arreglar del todo mediante la operación, no dejaba de decirme que aquello no era buena idea. Volvía a practicar en algún club, me ilusionaba con mis progresos y más o menos al mes y medio (siempre cuando empezaba a pensar en participar en alguna competición), un fuerte dolor en el entrenamiento me alejaba del tatami durante una semana y me dejaba postrado literalmente, en la cama un par de días.

Recuerdo los días de dolor más grises de lo habitual, triste, incapaz de realizar sin molestias las actividades cotidianas.

Hace unos meses, un compañero del laboratorio (ahora amigo), me dijo que iba de vez en cuando a escalar y me animó a probar, o quizá me autoinvité, ya no lo recuerdo. Llegué y me encontre con un ambiente tranquilo, me regalaron unas viejas zapatillas (las más cómodas del mundo) llamadas "pies de gato" o "katus" y una bolsa con magnesio.

Aquella tarde terminé con los brazos tan cansados que no podía ni cerrar la mochila y me acosté feliz, con la sensación de haber encontrado una afición en la que poder centrar mis ilusiones deportivas.

La escalada supone un nuevo mundo, como hacer yoga en una pared, donde cada día aprendes un movimiento, logras pasar una presa que se te escapaba en el entrenamiento anterior, tu cuerpo toma tono, tus brazos y espalda se fortalecen y mejoras la flexibilidad, pero no la de un muñeco de trapo, sin fuerza, si no todo lo contrario.

No diré que me he olvidado del judo, ahora mismo me encantaría ir a entrenar, a hacer unos combates, pero la escalada en esta parte inicial, en la que me queda todo por aprender, me está enganchando de veras.

Veo lo que hacen los que saben y me muero de la envidia, los miro como a una premonición de lo que yo seré capaz de hacer de seguir jugando casi cada tarde.

Cuando no me acompaña un amigo lo hace otro, pues no soy el único que se ha enganchado, aunque no sean demasiado constantes en sus entrenamientos.

Por suerte para mí, desde hace un par de semanas he encontrado una compañera que día tras día viene con casi más ganas que yo de subirse a la pared, una compañera con la que escalar, con la que pasear, con la que dormir y soñar con nevadas montañas.

Ahora mismo la estoy esperando para intentar hacerlo un poco mejor que ayer.

Gracias Ingrid por todo lo que me das.

1 comentario:

Kike dijo...

Hola, me ha hecho mucha ilusion encontrar esto por la red, nunca me habia dado por gustarte, ojala fuese una manera de comunicarnos mejor, aunque contradiciendo al dicho, la distancia lo rompe todo, creo que voy a necesitar muchas horas para leer todas tus entradas, pero lo hare, es lo que me queda de ti, cuidate y nunca olvides nuestra infancia, te quiere Kike Urra