Otra forma de vivir

Hace poco que empecé a valorar la libertad en su justa medida. A disfrutar de pequeñas cosas que tiempo atrás me habrían parecido casi absurdas y desde entonces, siento que mi vida ha tomado otra dirección, la mía y día tras día hallo sorpresas que me hacen sonreir de la misma manera que los niños que me cruzo por la calle.

Me gustaría que este blog sirviera para compartir la alegría de vivir y contagiar esta extraña enfermedad que me aqueja al mayor número de personas posible. Iré colgando reflexiones sobre las historias más curiosas que me vaya encontrando, maneras diferentes de afrontar problemas comunes, cuentos ambientados en mundos que todavía no se han descubierto, truquitos para que la men sana se encuentre en un cuerpo igual de sano, frases de esas que funcionan a modo de pepito grillo y nos ayudan en determinados momentos, poesías y libros que me gustan, un poco de todo.

Quisiera no poner barreras a mis sueños,
quisiera ser un artista del vivir.

sábado, 24 de mayo de 2008

idea96: el sábado por la mañana.

Hace un tiempo mi semana laboral terminaba el viernes y empezaba el lunes.

Procuraba estirar el descanso y el viernes terminaba antes de trabajar para llegar algo más tarde el lunes. La semana me pillaba cansado, habiendo olvidado parte de lo hecho la semana anterior. El fin de semana era un escollo en mis progresos.

Pasé, como tantas veces, del blanco al negro y dejé a un lado los dos días de descanso. Trabajé 7 días a la semana durante un tiempo, hasta que un lunes, estaba tan cansado que me quería ir a casa. Aquella jornada se me hizo eterna y no fui capaz de tener una idea en todo el día.

Del blanco al negro y del negro al gris. Comencé a no acostarme demasiado tarde el viernes (hoy por ejemplo a las tres de la mañana) y a aprovechar la mañana del sábado para estudiar, escribir informes, artículos,...todo aquello que durante la semana no había podido hacer y que era importante para mi formación.

No me costaba apenas levantarme de la cama (solo ese primer momento de pereza del que no se escapa nadie) y para el mediodía, me sentía con el deber cumplido, dispuesto a escalar, correr o echarme una siesta.

A veces aprovechaba parte de la tarde, o un par de horas de la mañana del domingo si no había salido el sábado o si me había vuelto a casa a una hora más prudente de lo habitual.

El resultado fue y ha sido, que he podido hacer una cantidad ingente de trabajo, de calidad, porque me encontraba relajado y descansado y que no he tenido la sensación de agobio, pues el resto de días iba más tranquilo, sabiendo que el fn de semana ya haría esas cosas que el ruido ambiental del laboratorio no me dejaba entre semana.

El que tenga ganas de hacer algo por sí mismo y para sí mismo que lo pruebe.

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