Otra forma de vivir

Hace poco que empecé a valorar la libertad en su justa medida. A disfrutar de pequeñas cosas que tiempo atrás me habrían parecido casi absurdas y desde entonces, siento que mi vida ha tomado otra dirección, la mía y día tras día hallo sorpresas que me hacen sonreir de la misma manera que los niños que me cruzo por la calle.

Me gustaría que este blog sirviera para compartir la alegría de vivir y contagiar esta extraña enfermedad que me aqueja al mayor número de personas posible. Iré colgando reflexiones sobre las historias más curiosas que me vaya encontrando, maneras diferentes de afrontar problemas comunes, cuentos ambientados en mundos que todavía no se han descubierto, truquitos para que la men sana se encuentre en un cuerpo igual de sano, frases de esas que funcionan a modo de pepito grillo y nos ayudan en determinados momentos, poesías y libros que me gustan, un poco de todo.

Quisiera no poner barreras a mis sueños,
quisiera ser un artista del vivir.

domingo, 13 de enero de 2008

idea83: Mentiras piadosas

A todos nos gustaría hacer de la sinceridad nuestra bandera.

Ser capaces de mostrarnos tal y como somos delante de los demás, no sentir la necesidad de ocultar ninguna faceta.

Pero no es fácil. Hay hechos que pueden dañar a quien más amamos, se duda entre mostrar la totalidad de nuestro lienzo u ocultar algún que otro trazo, simplemete por evitar lastimar.

Del mismo modo cuantas palabras diríamos pero nos las tenemos que callar, son otra clase de mentiras piadosas, con los demás o con nosotros mismos.

Y es que tampoco a nosotros mismos nos lo contamos todo.

¿Dónde poner los límites, conoce alguien una regla mágica?

Esta vez soy yo quien necesita respuestas.

Espero que estas palabras encuentren su eco...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay límites, y la regla mágica la tenemos cada uno de nosotros, no hace falta que busques en ninguna parte, la regla es tú regla, la de cada uno.
Creo que con cada persona actuamos de forma distinta, con unos y otros las mentiras de las que hablas no son del mismo calibre, por la razón que sea, pero no son del mismo nivel y como has comentado en otras ocasiones, todo tiene su porqué, sin tenerle que dar vueltas a nada, nuestro instinto es bueno la mayoría de las veces.
A mí, últimamente me sirve escribir mis anécdotas y analizarlas, cuando las leo más de una vez, puedo enternderlas y afianzarlas,hacer mis decisiones más propias.

:)

Anónimo dijo...

Yo no tengo ninguna regla mágica para poner límites pero aun así te daré mi opinión que quizá te ayude.
Creo que una mentira piadosa es un arma de doble filo, puede salvarte de una situación incómoda que no tiene demasiada importancia o hacer que la persona que tienes enfrente deje de confiar en ti. A veces lo que para nosotros es una tonteria para otra persona puede ser serio. Por eso creo que el límite lo pone la persona con la que estamos tratando y no nosotros mismos.
También hay que tener en cuenta lo que ocultamos con esa mentira, quizá eso que ocultamos no modifica la realidad del asunto o quizá lo modifica totalmente. Si no modifica nada yo ni siquiera lo puedo llamar mentira pero cuando modifica las cosas... es otro cantar.
Yo las mentiras piadosas las puedo utilizar cuando creo que si cuento toda la verdad la otra persona le puede dar más importancia de la que tiene para mí. Pero siempre en temas superficiales. Cuando un tema es serio o importante creo que mentir, de forma piadosa o no, es una falta de respeto.

Adrian dijo...

Mentiras piadosas...he de confesar que según a que ojos mire las mentiras no brotan, como si no existiera nada más importante que la persona que tenemos en frente conociera la verdad, ya que quieres vivir con ella (con la verdad y con la persona).

Estoy de acuerdo en que la mentira es un arma de doble filo, que además se blande desde el filo, ya que a menudo a quien realmente engañamos es a nosotros mismos.

A veces en lugar de mentir, creo que es preferible no dar demasiadas explicaciones, sobre todo cuando no nos las piden.

Coincido en que en temas serios la mentira no debería de tener cabida, ya que cuando se descubra los daños pueden ser irreparables.