Sólo quien se haya pasado media vida con dolores de espalda y de cuello, es decir, todo el mundo, podrá apreciar el efecto beneficioso tras hacer unos minutos de estiramientos cada día.
Yo no le dedico más de cinco minutos que es casi como decir que ni me doy cuenta de que los hago. De lo que si me doy cuenta es de si me olvido de ellos por unos días, porque enseguida reaparecen esas molestias que a veces son algo más.
Para quien quiera probar es muy sencillo. Hago lo siguiente:
Desde la cama (o desde el suelo sobre una esterilla si la cama es demasiado blanda), tumbados boca arriba, pegamos el culo a la pared apoyando las piernas en la pared a la anchura de los hombros. Vamos estirando las piernas hasta que notemos una sensación de estiramiento leve, que lejos de doler sea agradable. Para que nos entendamos es como sentarse en el suelo apoyado en la pared pero al revés, esto es, con la espalda en el suelo y las piernas en la pared.
Transcurridos un par de minutos pueden ir abriéndose las piernas para estirar la parte interior de las mismas, también hasta una posición de estiramiento leve.
De esta manera se alivia la tensión de la parte inferior de la espalda, y se aumenta la flexibilidad tanto para agacharse hacia adelante, como para abrir las piernas. Notaréis que las sensaciones positivas son casi inmediatas y también que en cuanto dejéis de hacer los estiramientos unos días vuestro cuerpo volverá enseguida a la condición de dureza y dolor previa al día en que comenzastéis a realizarlos, así que ya sabéis ¡constancia!
Procuro no excederme de los cinco-diez minutos, porque como suelo decir, "no importa cuánto corras hoy, si no que vuelvas a correr mañana".
Yo no le dedico más de cinco minutos que es casi como decir que ni me doy cuenta de que los hago. De lo que si me doy cuenta es de si me olvido de ellos por unos días, porque enseguida reaparecen esas molestias que a veces son algo más.
Para quien quiera probar es muy sencillo. Hago lo siguiente:
Desde la cama (o desde el suelo sobre una esterilla si la cama es demasiado blanda), tumbados boca arriba, pegamos el culo a la pared apoyando las piernas en la pared a la anchura de los hombros. Vamos estirando las piernas hasta que notemos una sensación de estiramiento leve, que lejos de doler sea agradable. Para que nos entendamos es como sentarse en el suelo apoyado en la pared pero al revés, esto es, con la espalda en el suelo y las piernas en la pared.
Transcurridos un par de minutos pueden ir abriéndose las piernas para estirar la parte interior de las mismas, también hasta una posición de estiramiento leve.
De esta manera se alivia la tensión de la parte inferior de la espalda, y se aumenta la flexibilidad tanto para agacharse hacia adelante, como para abrir las piernas. Notaréis que las sensaciones positivas son casi inmediatas y también que en cuanto dejéis de hacer los estiramientos unos días vuestro cuerpo volverá enseguida a la condición de dureza y dolor previa al día en que comenzastéis a realizarlos, así que ya sabéis ¡constancia!
Procuro no excederme de los cinco-diez minutos, porque como suelo decir, "no importa cuánto corras hoy, si no que vuelvas a correr mañana".
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