El otro día soñé mil cosas que ya no recuerdo, pero sí algo que por curioso decidí apuntar nada más despertarme. Estaba yo sumido en un sueño repleto de acción, amor y tragedia cuando por casualidad observé una noticia en el periódico que me hizo olvidar todo lo demás por un momento.
Un niño de once años, delgaducho, con gafas de culo de vaso y aspecto de correr más bien poco, utilizaba sus poderes hipnóticos para vencer a los mejores tenistas del mundo en 11 minutos.
Tan raro como aquel zagal era su propio nombre, se llamaba Muriobunda.
Un niño de once años, delgaducho, con gafas de culo de vaso y aspecto de correr más bien poco, utilizaba sus poderes hipnóticos para vencer a los mejores tenistas del mundo en 11 minutos.
Tan raro como aquel zagal era su propio nombre, se llamaba Muriobunda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario