Mi abuelo era camionero y me enseño a conducir cuando era pequeño. Con el tiempo se me olvidó parte de lo aprendido y mi padre volvió a enseñarme antes de que pudiera sacarme el carnet. El coche y después una furgoneta con cama me condujeron a mil aventuras en su día.
Pero me mudé a Vitoria y desde Pasaia era más cómodo ir en tren, aunque tuviera que amoldarme a su reducido horario. Por la ciudad la bici era tan rápida que me desesperaba coger el coche y parar por atascos o en cada semáforo. Aparcar era una pesadilla que me encantó dejar de lado.
Y así, mi furgoneta, una de los objetos a los que más cariño le tenía, se convirtió en un gasto calculado en 3000 euros al año, casi sin utilizarla. De manera que de un día para otro decidí venderla con el fin de ser más libre, dejando a un lado la idea de la prosperidad asociada al coche, pensando más en mi propia libertad, mi salud, el tiempo y el dinero que ganaba, el medio ambiente.
Hoy voy a donde quiero, leo y escribo en el tren, recorro cada rincón de la ciudad en bicicleta.
No aparco, no discuto con otros conductores, no contamino, no rozo, no averió, no temo morir en la carretera como miles de personas cada año.
No estoy en contra de los coches, pero ¿necesitas de verás el tuyo?
Pero me mudé a Vitoria y desde Pasaia era más cómodo ir en tren, aunque tuviera que amoldarme a su reducido horario. Por la ciudad la bici era tan rápida que me desesperaba coger el coche y parar por atascos o en cada semáforo. Aparcar era una pesadilla que me encantó dejar de lado.
Y así, mi furgoneta, una de los objetos a los que más cariño le tenía, se convirtió en un gasto calculado en 3000 euros al año, casi sin utilizarla. De manera que de un día para otro decidí venderla con el fin de ser más libre, dejando a un lado la idea de la prosperidad asociada al coche, pensando más en mi propia libertad, mi salud, el tiempo y el dinero que ganaba, el medio ambiente.
Hoy voy a donde quiero, leo y escribo en el tren, recorro cada rincón de la ciudad en bicicleta.
No aparco, no discuto con otros conductores, no contamino, no rozo, no averió, no temo morir en la carretera como miles de personas cada año.
No estoy en contra de los coches, pero ¿necesitas de verás el tuyo?
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