Otra forma de vivir

Hace poco que empecé a valorar la libertad en su justa medida. A disfrutar de pequeñas cosas que tiempo atrás me habrían parecido casi absurdas y desde entonces, siento que mi vida ha tomado otra dirección, la mía y día tras día hallo sorpresas que me hacen sonreir de la misma manera que los niños que me cruzo por la calle.

Me gustaría que este blog sirviera para compartir la alegría de vivir y contagiar esta extraña enfermedad que me aqueja al mayor número de personas posible. Iré colgando reflexiones sobre las historias más curiosas que me vaya encontrando, maneras diferentes de afrontar problemas comunes, cuentos ambientados en mundos que todavía no se han descubierto, truquitos para que la men sana se encuentre en un cuerpo igual de sano, frases de esas que funcionan a modo de pepito grillo y nos ayudan en determinados momentos, poesías y libros que me gustan, un poco de todo.

Quisiera no poner barreras a mis sueños,
quisiera ser un artista del vivir.

jueves, 13 de septiembre de 2007

idea38: ¿necesitas tu coche?

Mi abuelo era camionero y me enseño a conducir cuando era pequeño. Con el tiempo se me olvidó parte de lo aprendido y mi padre volvió a enseñarme antes de que pudiera sacarme el carnet. El coche y después una furgoneta con cama me condujeron a mil aventuras en su día.

Pero me mudé a Vitoria y desde Pasaia era más cómodo ir en tren, aunque tuviera que amoldarme a su reducido horario. Por la ciudad la bici era tan rápida que me desesperaba coger el coche y parar por atascos o en cada semáforo. Aparcar era una pesadilla que me encantó dejar de lado.

Y así, mi furgoneta, una de los objetos a los que más cariño le tenía, se convirtió en un gasto calculado en 3000 euros al año, casi sin utilizarla. De manera que de un día para otro decidí venderla con el fin de ser más libre, dejando a un lado la idea de la prosperidad asociada al coche, pensando más en mi propia libertad, mi salud, el tiempo y el dinero que ganaba, el medio ambiente.

Hoy voy a donde quiero, leo y escribo en el tren, recorro cada rincón de la ciudad en bicicleta.

No aparco, no discuto con otros conductores, no contamino, no rozo, no averió, no temo morir en la carretera como miles de personas cada año.

No estoy en contra de los coches, pero ¿necesitas de verás el tuyo?

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