A veces me amontono, mis sensaciones van oscureciendo la gama de grises y en un momento entro en un pozo húmedo y profundo, que me deja unos instantes sin saber qué hacer o a dónde ir, como un kit-kat en el buen rollo que me invade el resto del tiempo. En esos momentos, como ya dejé entrever en una entrada dedicada al entrenamiento, en lugar de pensar, de comerme el coco, soy consciente de mi estado y procuro entregarme a las actividades más rutinarias, que hoy ha consistido en comprar yogures.
Al no alimentar la tristeza se ha esfumado casi sin darme cuenta y al poco ya estaba entrenando, mientras preparaba la cena, hablaba con uno y con otra y todo marchaba de nuevo.
Darse un respiro de uno mismo viene muy bien a veces.
Al no alimentar la tristeza se ha esfumado casi sin darme cuenta y al poco ya estaba entrenando, mientras preparaba la cena, hablaba con uno y con otra y todo marchaba de nuevo.
Darse un respiro de uno mismo viene muy bien a veces.
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