La multitud te observa, por un momento tú eres el centro. Cuentas tu historia, pero el miedo a aburrir, a que no sea tan buena como te lo había parecido unos minutos antes puede llevarte a acortarla, a terminar contando un resumen inanimado de la misma, a toda velocidad.
De esa manera huyes de la presión de tener las miradas fijas en ti, pero pierdes la oportunidad de compartir una experiencia con los demás, tal y como la sientes.
Haz la prueba. Habla despacio, sin filtrar tus palabras, sin cuestionarte tus ideas, en el ritmo y las voces que creas que encajan con tu historia. Dale las pausas que veas necesarias, gesticula y ríete de ti mismo, de tus chistes.
El efecto puede ser maravilloso, enriquecedor si alguno de los que te escuchan consigue meterse en la historia y darte una opinión verdadera.
La presión se convierte en calor, las palabras en nexo entre personas, las risas, las pausas para pensar, las opiniones sinceras y alternativas a lo políticamente correcto, pueden dibujarte una sonrisa que te acompañe en tu vuelta a casa
De esa manera huyes de la presión de tener las miradas fijas en ti, pero pierdes la oportunidad de compartir una experiencia con los demás, tal y como la sientes.
Haz la prueba. Habla despacio, sin filtrar tus palabras, sin cuestionarte tus ideas, en el ritmo y las voces que creas que encajan con tu historia. Dale las pausas que veas necesarias, gesticula y ríete de ti mismo, de tus chistes.
El efecto puede ser maravilloso, enriquecedor si alguno de los que te escuchan consigue meterse en la historia y darte una opinión verdadera.
La presión se convierte en calor, las palabras en nexo entre personas, las risas, las pausas para pensar, las opiniones sinceras y alternativas a lo políticamente correcto, pueden dibujarte una sonrisa que te acompañe en tu vuelta a casa
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