Tras decir lo que quería, en ocasiones me diluyo en argumentos que nos alejan, tanto a mí como al interlocutor del tema que tratábamos, lo cansan y pierdo la razón que pudiera tener, la fuerza que podían poseer mis primeras palabras.
A veces es mejor decir las cosas una vez y no que por temor a que no se claven en la mente del otro, repetir y repetir...aunque sea empleando otras palabras. Volver al tema que se creía zanjado porque no ha quedado como a uno le gustaría no me ha dado nunca buenos resultados, ya que cuando te terminan dando la razón puede ser por hastío más que por convencimiento.
No sé si se trata de un problema común, pero a mí me pasaba hasta hace poco y desde que lo he corregido (conscientemente y gracias a que trato de controlar mis emociones en las discusiones) éstas son menos traumáticas y más fructíferas ya que escucho más que hablo, cosa que antes no me ocurría, de manera que tengo más posibilidades de llegar a comprender los sentimientos de quien tengo en frente.
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