Otra forma de vivir

Hace poco que empecé a valorar la libertad en su justa medida. A disfrutar de pequeñas cosas que tiempo atrás me habrían parecido casi absurdas y desde entonces, siento que mi vida ha tomado otra dirección, la mía y día tras día hallo sorpresas que me hacen sonreir de la misma manera que los niños que me cruzo por la calle.

Me gustaría que este blog sirviera para compartir la alegría de vivir y contagiar esta extraña enfermedad que me aqueja al mayor número de personas posible. Iré colgando reflexiones sobre las historias más curiosas que me vaya encontrando, maneras diferentes de afrontar problemas comunes, cuentos ambientados en mundos que todavía no se han descubierto, truquitos para que la men sana se encuentre en un cuerpo igual de sano, frases de esas que funcionan a modo de pepito grillo y nos ayudan en determinados momentos, poesías y libros que me gustan, un poco de todo.

Quisiera no poner barreras a mis sueños,
quisiera ser un artista del vivir.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Vaya sustos que me das aita

Hace unos días soñé que pasaba un fin de semana por ahí con mi padre (hace un mes nos fuimos a un pueblo de Palencia un par de días) y que cuando paseaba yo solo por la calle, veía una ambulancia y poco después un coche fúnebre (la incoherencia de los hechos fue total, pero a mí me convencieron).

Por lo visto un hombre había muerto. En lugar de ir a reconocer el cadáver me dio por buscar a mi padre y al ver que no aparecía por ninguna parte la consecuencia lógica fue que era él y no otro el fallecido. Recuerdo el miedo a que alguien me lo confirmara, como aparecieron cientos de personas que no había visto en mi vida y decían ser antiguos amigos y amigas de mi padre.

Lloraba desconsolado entre mis propios amigos que también habían venido. Estaba roto de dolor y lo recuerdo como horas de estar con la gente, de no poder controlar mis lágrimas ni mis propias piernas. Vamos, algo totalmente horrible.

Y todo para que al rato aparezca mi padre con rostro de sorpresa, preguntando que ha pasado aquí. Casi le pego llorando todavía con más fuerza, le cuento lo que ha pasado (la gente se ha esfumado como si nunca hubiera estado) y me dice que no puede contarme dónde ha estado con toda la naturalidad del mundo, restándole importancia a lo que le acabo de decir y a mi propio dolor.

Al contarle el sueño que tuve me dijo que le encantaría entrar en su funeral por la puerta de atrás y ver quienes habían acudido a despedirle.

No hay comentarios: