Otra forma de vivir

Hace poco que empecé a valorar la libertad en su justa medida. A disfrutar de pequeñas cosas que tiempo atrás me habrían parecido casi absurdas y desde entonces, siento que mi vida ha tomado otra dirección, la mía y día tras día hallo sorpresas que me hacen sonreir de la misma manera que los niños que me cruzo por la calle.

Me gustaría que este blog sirviera para compartir la alegría de vivir y contagiar esta extraña enfermedad que me aqueja al mayor número de personas posible. Iré colgando reflexiones sobre las historias más curiosas que me vaya encontrando, maneras diferentes de afrontar problemas comunes, cuentos ambientados en mundos que todavía no se han descubierto, truquitos para que la men sana se encuentre en un cuerpo igual de sano, frases de esas que funcionan a modo de pepito grillo y nos ayudan en determinados momentos, poesías y libros que me gustan, un poco de todo.

Quisiera no poner barreras a mis sueños,
quisiera ser un artista del vivir.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

idea18: para los días difíciles

Esta entrada surgió en su momento pensando en cómo superar los primeros días tras una ruptura, en las que todo parece doloroso e irreal, como si la realidad permaneciera igual y a la vez fuera muy diferente, compuesta por los mismos elementos pero carente de sentido.

Desde que escribí por primera vez esta entrada he pasado por un par de rupturas más y aunque los primeros sentimientos no son para nada agradables, si pudiera viajar en el tiempo me diría a mí mismo que no hiciera caso de mi cabeza esos primeros días. Que llorase cuando tocara y que tratara de tomarme las sensaciones como si de una gripe se tratara, exigiéndole menos a la cabeza y al cuerpo, o más progresivamente, pero sin prisas. Porque el agujero parece muy profundo al principio pero si simplemente seguimos adelante a medio gas, poco a poco las sensaciones mejoran, las preguntas obtienen respuesta, no por mucho pensar, sino por el mero paso del tiempo.
Tengo un momento grabado en el que me sentía muy mal y solo andar en bici me calmaba, por lo que iba despacio para alargar la sensación agradable. Ninguna de mis reflexiones anteriores me sirvió para calmar mi dolor, solo pedalear con la cabeza en blanco, ocupada en el ejercicio sencillo, suave y repetitivo.

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