Para los que estamos un poco locos, existe un eterno dilema, el de vivir en la realidad o en nuestros sueños. No es raro que la imaginación nos conduzca a inventarnos nuevos mundos que nos divierten y a veces hasta nos llenan.
Que vivamos el amor por una persona que no nos hemos cruzado más que en nuestra mente, una mezcla de las virtudes de todas aquellas que hemos ido conociendo. Nos reímos sin razón aparente, soñamos despiertos y dormidos en universo de niebla multicolor.
Pero de vez en cuando se repite el descenso hacia el mundo real, en el que nuestra imaginación pierde potencia y la vista no alcanza más allá de los horarios, las decepciones que sufrimos por parte de los seres de carne y hueso, las prisas en una ciudad donde todo es urgente y nada es importante.
Y entonces pensamos que nuestra vida es una mentira, que la felicidad que nos hemos construido no es más que una burbuja en un desierto de grises y seguimos descendiendo, incapaces de elevar el ánimo, pues no hay peor mentira, que la que nos contamos a nosotros mismos.
¿Pero, quién decide lo que es real y lo que no, lo que importa, lo banal?
¿Qué más da si en la televisión no se anuncian castillos en el aire? Cada uno decide los campos en los que quiere soñar y yo no pienso ponerle límites a mi fantasía, ni restarle importancia a lo que sueño cada noche, a los cuentos que leo y los que escribo.
Si alguien quiere convencerme que lo único que existe es el humo de la ciudad, lo tangible, lo "real", me apiadaré de él.
2 comentarios:
Esto que cuentas es lo que de vez en cuando nos hace sentir vacíos, hundidos y solos. Lo que nos hace dudar del sentido de nuestra vida.
Muchas veces he sido feliz y de repente he despertado del sueño de golpe, por una palabra de alguien, por una mala jugada, por maldad de alguien a quien consideraba mi compañero de sueño... Pero soñar y tener fantasías es lo que da sentido a mi vida. Sino de que me serviría luchar...
Quiero creer, a pesar de todo, que todavía existe gente como los protagonistas de mis sueños que se cruzarán en un momento u otro en mi camino y mi fantasía se hará realidad.
Quizá la realidad a veces nos muestre su cara de cemento, puede que la vida no sea como un cuento de hadas con final feliz. Pero cada uno decide si luchar por un coche último modelo o por las nubes.
Cuando abrazo a mi chica se inventan nuevos colores y la realidad me invita a soñar. Es una cursilada, lo verdaderamente genial suele serlo.
Puede vivirse la realidad desde el caleidoscopio de los sueños, puede vivirse de una manera diferente, con fantasía, ilusión y poesía.
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