Cuántos de los balones, zapatillas...que utilizamos en el primer mundo están confeccionados en países como la India, por niños que trabajan veinte horas al día, montando juguetes que no pueden comprar, aunque eso no les preocupe, porque tampoco pueden comprar comida, ni educación, ni sanidad.
En navidades, ya en nuestro país, ese juguete cuesta más de lo que la mano de obra encargada de hacerlo ganará en un mes y cuando se le rompe un brazo, al muñeco ó al trabajador, se olvida en un rincón y se compra otro, antes de que los niños de aquí comiencen a llorar. De los de allí, cuanto más lejos mejor, nadie se acuerda.
Me aterra pensar que historias como las que leí hace un tiempo, en las que en los Juegos Olímpicos se negaban a publicitar grandes marcas como Adidas, por las condiciones de sus "trabajadores", sean ciertas. Y en el fondo, todos sabemos que lo son , aunque miremos para otro lado.
En su puesto de trabajo, los niños están dispuestos de tal forma que uno no puede levantarse, por falta de espacio, sin que los demás tengan que parar de trabajar. Por eso, porque la producción no puede esperar, en el mejor de los casos disponen de unos momentos al día para levantarse todos a la vez y hacer sus necesidades. Así día tras día.
¿Y si no puedes esperar, si no te aguantas? La respuesta es sencilla, se lo hacen encima.
Se imaginan qué ocurriría si se descubriera que en uno de nuestros colegios los niños se encargan de trabajar en estas condiciones, durante el tiempo que están ahí. La reacción del pueblo no tendría parangón.
Bueno pues eso ya está ocurriendo, no aquí, a unos centímetros en el mapa hacia el este y hacia el sur, donde las jornadas duran bastante más.
Al final volvemos a lo de siempre ¿quién es el culpable? es la pregunta que nos hacemos y lo que queremos escuchar es que son otros y no nosotros, los responsables de esta situación.
En parte es cierto, nosotros no esclavizamos a esos niños ¿o sí? no se necesita demasiada demagogia, ocurre igual que con las mafias de tráfico de mujeres.
Nosotros compramos el producto, en este caso las zapatillas, los balones, los juguetes y sin importarnos de dónde vengan o peor aún, pese a saber de dónde vienen.
Es la elección de cada uno, pero cuando estás comprando que sepas, que sigues eligiendo.
En navidades, ya en nuestro país, ese juguete cuesta más de lo que la mano de obra encargada de hacerlo ganará en un mes y cuando se le rompe un brazo, al muñeco ó al trabajador, se olvida en un rincón y se compra otro, antes de que los niños de aquí comiencen a llorar. De los de allí, cuanto más lejos mejor, nadie se acuerda.
Me aterra pensar que historias como las que leí hace un tiempo, en las que en los Juegos Olímpicos se negaban a publicitar grandes marcas como Adidas, por las condiciones de sus "trabajadores", sean ciertas. Y en el fondo, todos sabemos que lo son , aunque miremos para otro lado.
En su puesto de trabajo, los niños están dispuestos de tal forma que uno no puede levantarse, por falta de espacio, sin que los demás tengan que parar de trabajar. Por eso, porque la producción no puede esperar, en el mejor de los casos disponen de unos momentos al día para levantarse todos a la vez y hacer sus necesidades. Así día tras día.
¿Y si no puedes esperar, si no te aguantas? La respuesta es sencilla, se lo hacen encima.
Se imaginan qué ocurriría si se descubriera que en uno de nuestros colegios los niños se encargan de trabajar en estas condiciones, durante el tiempo que están ahí. La reacción del pueblo no tendría parangón.
Bueno pues eso ya está ocurriendo, no aquí, a unos centímetros en el mapa hacia el este y hacia el sur, donde las jornadas duran bastante más.
Al final volvemos a lo de siempre ¿quién es el culpable? es la pregunta que nos hacemos y lo que queremos escuchar es que son otros y no nosotros, los responsables de esta situación.
En parte es cierto, nosotros no esclavizamos a esos niños ¿o sí? no se necesita demasiada demagogia, ocurre igual que con las mafias de tráfico de mujeres.
Nosotros compramos el producto, en este caso las zapatillas, los balones, los juguetes y sin importarnos de dónde vengan o peor aún, pese a saber de dónde vienen.
Es la elección de cada uno, pero cuando estás comprando que sepas, que sigues eligiendo.
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