Otra forma de vivir

Hace poco que empecé a valorar la libertad en su justa medida. A disfrutar de pequeñas cosas que tiempo atrás me habrían parecido casi absurdas y desde entonces, siento que mi vida ha tomado otra dirección, la mía y día tras día hallo sorpresas que me hacen sonreir de la misma manera que los niños que me cruzo por la calle.

Me gustaría que este blog sirviera para compartir la alegría de vivir y contagiar esta extraña enfermedad que me aqueja al mayor número de personas posible. Iré colgando reflexiones sobre las historias más curiosas que me vaya encontrando, maneras diferentes de afrontar problemas comunes, cuentos ambientados en mundos que todavía no se han descubierto, truquitos para que la men sana se encuentre en un cuerpo igual de sano, frases de esas que funcionan a modo de pepito grillo y nos ayudan en determinados momentos, poesías y libros que me gustan, un poco de todo.

Quisiera no poner barreras a mis sueños,
quisiera ser un artista del vivir.

martes, 18 de septiembre de 2007

idea44: pasotismo constructivo

Ayer por la noche pensando en la derrota sufrida por la selección española en la final del eurobasket, recordé sus caras tristes, desolados por haber fallado el último tiro y me asaltó la siguiente idea:
¿Qué más da quedar segundo o primero?
Entiendo la competitividad, me encanta el deporte, pero de verdad...¿qué importa que ese tiro entre o no? no pregunto que cambia en desarrollo de la historia (eso lo dejo para algún comentario), si no en la misma vida de los implicados. Seguirán jugando al baloncesto, cosechando triunfos y derrotas, pero en realidad, en lineas generales todo seguirá igual.
Y siguiendo con este qué más da se me antojan mil ejemplos de en mi vida cotidiana, situaciones que podrían parecer urgentes, llegar a sentir cierta angustia por ellas y en realidad qué más dan.
No digo que no luches por la victoria con ahínco, por puro disfrute, pero ante la derrota, elevando un poco la vista, tratando de ser objetivo no se me ocurre otra cosa qué decir:
¿y qué más da?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada día intento cumplir con todas las citas, no perder ni una llamada, aprovechar hasta el último minuto de mi jornada y cumplir con todos mis clientes.Para todo esto estoy el día colgada al teléfono, siendo amable con gente sumamente estúpia y perdiendo momentos importantes con la gente de mi alrededor... y ¿Quién valora mi esfuerzo diario? Nadie, bueno, en ocasiones muy contadas mi jefa ¿Qué recompensa me llevo por semejante locura? Ninguna, lo único que gano es un increible dolor de cabeza de estar todo el día pensando en lo mismo...
Y todo por hacer lo máximo y cumplir con todo a un ritmo frenético. ¿Qué pasaría si mi ritmo de trabajo fuera más lento? Absolutamente nada, sólo me ahorraría mis dolores de cabeza... Pero yo, desgraciadamente soy así auqnue creo que ya esto me agota demasiado.

Adrian dijo...

¿De verdad que eres así?
A veces pienso que no sé si hay partes de mí que puedo cambiar o si es algo que me supera. Tomo decisiones respecto a mi día a día y a veces lo sigo haciendo todo como siempre, como si no fuera dueño de mis propios actos, porque no obedecen a lo que pienso en frío.

Lo peor es cuando la gente sabe como eres y puede utilizarlo para aprovecharse de ello, para que termines con un trabajo que no te corresponde...por eso procuro no dar pistas, tratar de cambiar lo que no me gusta de mí y aunque no siempre lo consiga, que los demás crean que sí, que no puedan confiar se con que:

"va, seguro que lo hace él"

Anónimo dijo...

Realmente deseo cambiarlo, sino no me agotaría, si realemnte sería así no me sentiría rendida... Pero lo cierto es que cuando entras en esa dinámica cuesta mucho salir. Parece que fallas a alguien cuando realmente cada día me estoy fallando a mí misma. Este será mi siguiente objetivo: no entregarme a las cosas que en esta vida no me puedan aportar nada...

Adrian dijo...

Siento haberme pasado en su día este comentario.

En mi trabajo es muy habitual que te ofrezcan proyectos, sugerencias que son casi órdenes y la vanidad te hace aceptarlo con una sonrisa.

Hace poco una voz amiga me dijo que pensara "qué me aportaba a mí cada uno de esos proyectos" antes de dedicarles un solo segundo. Según la respuesta mi entusiasmo varía.

Es lógico.

Priorizar objetivos nos ayuda a decidir.